“A la vejez no le queda
nada, la juventud se lo lleva todo”, así indicaban todos los viejos cuando
recordaban con pesadumbre su infancia.
La juventud puede evocar sonrisas, desengaños, tristezas,
memorias, alegrías: arraigo profundo arraigo. Esta es una de las principales
premisas en la nueva película de Paolo Sorrentino, aclamada por la crítica en
el Festival de Cannes, en donde compitió por la Palma de Oro.
En la mente de Sorrentino solo entra el surrealismo. La
combinación de la música con la vida, con los sueños, con los dilemas
existenciales.
Youth,
representa todo esto. Es un filme de dos horas que aborda todos los temas del ser. Representa la historia de dos
directores retirados (uno de orquesta y otro de cine) que se encuentran en un
hotel vacacional en Suiza compartiendo con otros huéspedes.
Cada uno de los personajes de la cinta tiene algún asunto
que resolver, y lo hacen de la manera más profunda posible. El movimiento que
ejerce el director sobre las cámaras es de transición larga.
Hay una escena, memorable, en la que los dos directores
están en un sauna, desnudos, tomando una ducha caliente. La cámara retrata,
desde la mirada de los personajes, cómo una Miss Universo (sin ropa) entra en
el mismo lugar. La escena llega a ser tan sensual, seductora y sexual, que el
erotismo obliga al espectador a admirar la belleza femenina y olvidarse durante
unos segundos de la trama.
Una persona interrumpe la mirada del director de cine y
este contesta: “¿No ves que estamos ante uno de los últimos regalos que nos ha
otorgado la vida?”.
El director de orquesta juega con los sonidos de la
naturaleza, utiliza el sonido de las vacas, del viento y finge que estos
representan la ilusión del autor por encontrar en la música una razón para
sobrevivir.
Otra escena muy trascendental, es una en la que un
alpinista –que enseña a los turistas a escalar dentro del hotel- le dice a una
niña que se monte en sus hombros mientras va subiendo una pared. Alcanzando la
cima le dice: “Mira ahora hacia abajo, verás la cosa más hermosa de este mundo”.
Justo en ese momento aparece Rachel Weisz (una de las mujeres más hermosas del
mundo), increíblemente preciosa y delirante.
En esta escena la cámara se nubla, como retrotrayéndola
en su propia seducción.
Es una película que le hace una oda a la mujer, pero a
través de la visión magnífica del hombre.
El tiempo es, quizás, el elemento más recurrente en la
película. Constantemente se hace alusiones al pasado, a la memoria como
elemento cíclico de la naturaleza del ser humano y a la desdicha como único
elemento que nos permite continuar vivos. Youth
es, una cinta precisa y especial, una que recaptura la esencia del cine: una
excelente continuación de la obra de Paolo Sorrentino.
Hay que recordar la última frase de su película anterior,
con la que ganó un Oscar a la Mejor película extranjera: “En el fondo, la vida
es un truco, solo un truco”.
(Miguel Gamboa)
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